jueves. 28.03.2024

El universo cibernético de "Tron" pasa del MS-DOS a la realidad virtual en su secuela "Tron: Legacy", un filme que se ha hecho esperar y que llega ahora a los cines convertido en el mayor espectáculo audiovisual desde "Avatar".

Con un presupuesto estimado de 200 millones de dólares (151,2 millones de euros), la película aspira a convertirse en un éxito en taquilla y en un referente para el séptimo arte tal y como lo fue "Tron" en 1982, cinta de culto de ciencia ficción pionera en el uso de imágenes generadas por ordenador (CGI).

"Tron: Legacy" retoma la historia de Kevin Flynn (Jeff Bridges), un visionario informático que quedó atrapado en los circuitos de una súpercomputadora. Una dimensión digital en la que los programas tienen forma humana y a la que ahora llegará accidentalmente su hijo, Sam Flynn (Garret Hedlund), dispuesto a rescatarle.

"Ha llevado a una generación entera crecer con ese filme y desarrollar esas tecnologías para llegar hasta aquí", aseguró Steven Lisberger, creador de "Tron" y que ejerce como productor en su versión 2.0.

"En los ochenta pensamos que iba a haber más 'Tron', pero luego nos dimos cuenta de que era muy adelantada a su tiempo. Lo que no imaginé es que iban a pasar más de 20 años antes de la segunda parte", declaró Lisberger, quien cedió la batuta de dirección para "Tron: Legacy" a Joseph Kosinski, un neófito en el mundo del cine.

"Vi la película en una cinta de VHS cuando tenía 9 años. Era algo completamente diferente y eso fue lo que se quedó conmigo hasta que en 2007 Sean Bailey (productor) me comentó la posibilidad de participar en el proyecto", explicó a Efe Kosinski, arquitecto de carrera con un largo recorrido en la realización de anuncios.

El director novel trasladó su experiencia en campañas de publicidad para populares videojuegos como "Gears of War" o "Halo", así como para diferentes marcas de coches, al entorno de "Tron" para construir "Tron: Legacy".

Un desafío técnico y estético al que Konsinski respondió presentando una especie de planeta inhóspito y oscuro dominado tiránicamente por el alter-ego de Kevin Flynn, Clu, donde destacan las escenas de persecuciones plasmadas en cuidadas coreografías.

La música electrónica de Daft Punk contribuye notablemente a dar cuerpo y volumen a esta trabajosa producción que apostó por el efectismo visual del 3D.

"Rodamos durante casi 80 días, aunque yo había ya empezado a realizar pruebas hacía tres años", dijo Kosinski, quien insistió en que en para "Tron: Legacy" se usaron equipos más modernos que los empleados en "Avatar" (2009).

En su afán por ir un paso más allá, el cineasta decidió crear una versión joven y completamente digital de Jeff Bridges, Clu, con la que tendría que enfrentarse el propio actor, "algo que no se ha hecho hasta ahora", dijo Kosinski.

Una apuesta que el propio director calificó de "gran riesgo" porque puede "resultar extraño a la audiencia".

"De una forma rara eso sustenta el tema que subyace en la película: qué supone ser humano y qué supone ser digital", indicó Kosinski.

La espectacularidad de los decorados, el diseño de la acción y el vestuario de trajes construidos ex profeso para la producción (que emitían luz real, llevaban baterías y control remoto), no esconden sin embargo aspectos menos convincentes de un filme quizá demasiado largo (126 minutos).

Olivia Wilde ("House"), que hace las veces de una delicada y fiera guerrera, es la única mujer protagonista en una película muy masculina y donde la trama termina por dejar a los personajes en un segundo plano.

Los productores de "Tron: Legacy", filme que se estrena el 17 de diciembre en EEUU, mostraron su interés en convertir esta saga en trilogía para abordar otros aspectos de las relaciones entre el hombre y la tecnología.

"No nos hemos dejado nada en el tintero. Esperamos que el filme sea resolutivo en sí mismo, aunque se plantean preguntas en los últimos segundos que se podrían explorar, si la audiencia quiere", afirmó el productor Sean Bailey. EFE / Fernando Mexía

"Tron: Legacy", un justo heredero tecnológico de una película de culto