jueves. 28.03.2024

El Pensionado de Neuwelke es la historia de una joven institutriz francesa aquejada de una rara y terrible afección que la convierte en una proscrita. Tras recorrer Europa huyendo de un implacable exorcista, la maestra llega al Pensionado de señoritas de Neuwelke, en los gélidos y desolados parajes de Livonia. Allí, por fin, Émilie cree haber encontrado el sosiego y la paz que anhelaba: el propietario del colegio, los profesores, las damas de compañía y las alumnas, junto a un viejo y malhumorado jardinero escocés, conforman un paisaje humano en el que la amistad, la generosidad y la honradez se verán forzadas a luchar contra los celos, las ambiciones y el fanatismo.

Siguiendo la tradición de la novela decimonónica (del feuilleton a las truculencias góticas o las emociones de las sensations novels), José C. Vales (Zamora, 1965) teje un relato de complejas relaciones personales en el que no siempre lo más relevante se encuentra en el lado fantasmagórico y espectral de la historia.

El Pensionado de Neuwelke se basa en uno de los casos más conocidos y documentados de doppelgänger. ‘Doppelgänger’ es un vocablo alemán que se utiliza habitualmente para definir el doble espectral de una persona viva. La palabra proviene de los términos germánicos ‘doppel’, que significa ‘doble’, y ‘gänger’, ‘andante’. El folclore nórdico hace referencia a estos dobles fantasmagóricos desde tiempos ancestrales y, aunque con distintas variantes, su presencia suele relacionarse con desgracias y muertes inminentes. En la literatura contemporánea se ha asociado con la parte más oscura, perversa o siniestra del ser humano.

A partir de las escasas noticias que en su día ofreció Robert Dale Owen en Footfalls on the Boundary of Another World (1859), José C. Vales elabora un apasionante relato, magistralmente construido, que puede entenderse como un homenaje a la literatura decimonónica y a los grandes narradores de la época, desde Lewis a Dickens o desde Austen a Trollope.

El conocimiento de José C. Vales de la literatura inglesa del siglo XIX –traductor de obras de Dickens, Collins, Shelley, Austen y Trollope, entre otros– queda patente en el cuidado y el mimo que ha empleado en la construcción de cada uno de los elementos y personajes que componen la novela.

En El Pensionado de Neuwelke no faltan los elementos propios de la imaginería romántica del siglo XIX: brumas y nieblas, tormentas y vendavales, galerías oscuras, jardines escondidos, habitaciones prohibidas, posadas apestosas, manicomios y ermitas sombrías... Por estos escenarios románticos pululan jovencitas rebeldes y curiosas, románticos de pasión arrebatada, hombres justos y honestos, clérigos enloquecidos y fanáticos, funcionarios ambiciosos, campesinos crédulos... y Émilie, naturalmente, abrumada por su terrible... dolencia.

Aunque Émilie Sagée es en realidad una “intrusa” en el pequeño mundo del Pensionado de Neuwelke, su figura no tarda en adquirir un inevitable protagonismo, dado que su presencia en el colegio alterará de modo definitivo la convivencia y la historia de la institución. En torno a Émilie y a sus espantosos episodios giran los personajes y las relaciones, las historias privadas y las escenas públicas que irán delineando el amargo drama de la protagonista. Con Émilie nos adentramos en el peculiar mundo privado de un colegio de señoritas, y con ella conoceremos a toda una galería de personajes extraordinarios, en los que iremos descubriendo, a través de breves y precisas pinceladas, sus pasiones, sus miedos, sus frustraciones, sus deseos, sus ilusiones rotas y sus secretos. A lo largo de este drama romántico asistimos también a la transformación que sufren cuando los sentimientos y las pasiones zarandean sus vidas.

José C. Vales utiliza una prosa elegante y pausada. Empleando algunos de los recursos y técnicas habituales de las narraciones románticas y victorianas, y asegurando los elementos tradicionales de la ficción popular decimonónica, el autor propone un relato amable, a veces irónico, bienhumorado, con referencias librescas, en el que busca desde el principio la complicidad del lector. El objetivo declarado no es sino contar una buena historia. “Siempre he sido de la anticuada opinión de que el objetivo primordial de una obra de ficción no es otro que contar una historia”, Wilkie Collins.

Un pensionado de señoritas, extraños sucesos, un secreto, es El Pensionado de Neuwelke