viernes. 29.03.2024

El hotelero de Cheshire

El verano del año 2008 ocurrieron dos hechos insólitos: por una parte el paro aumentó en plena temporada turística y por otra, la entonces consellera de Trabajo y Formación, Margarita Nájera, reconoció que el sector servicios no podría absorber el volumen de desempleados de la construcción que dejaba tras de sí la burbuja inmobiliaria. A partir de entonces, ni el paro ha vuelto a crecer en temporada alta, ni probablemente ningún político balear ha vuelto a contarle la verdad de una forma tan clara. Como la justicia se toma su tiempo en dirimir si nuestros presidentes son compatibles con la falta de sinceridad que les presupone el cargo, nos centraremos en analizar el gráfico interactivo adjunto.

Váyanse acostumbrando a esos dientes de sierra, son la sonrisa de los que aseguran que ha sido la mejor temporada turística de la historia en las islas. Habrán podido ver alguna vez a un hotelero sin sonrisa, pero nunca a una sonrisa sin hotelero. Como la del gato en el cuento, la expresión de regocijo siempre ha estado allí. Sin embargo, ante la desaparición de nuestro motor especulativo, el resultado de tener al hotelero de Cheshire en solitario al frente de nuestra economía provoca que las oscilaciones de población ocupada debidas a nuestra estacionalidad turística sean ahora más notorias. A los hijos del TIL más les vale aparcar a Alicia y aplicarse en el cuento de la hormiga y la cigarra. Esta ya no es la comunidad de las maravillas.

Si el paro en tiempos de bonanza se movía en la franja del número de empleados únicamente en el sector hotelero, ahora compite directamente con el número de trabajadores de los servicios de la restauración, personales, protección y vendedores. Es decir, dupliquen los puestos de trabajo existentes de camarero, cocinero, dependiente, peluquero, personal de seguridad... y estarán cerca de solucionar el problema del paro de esta comunidad. Si multiplicar los empleos y turistas como panes y peces se le antoja imposible, no desespere. Ante la inexistencia de conseller de trabajo, la ministra le sugiere encomendarse a la virgen del Rocío. Si en cambio a usted le ocurre como a nosotros y prefiere tocar con los pies en la tierra, debe saber que el advenimiento que le fue anunciado en 2008 era cierto. El sector servicios está creciendo, sí, pero casi en paralelo al desempleo. Vamos, que se ha dado cuenta ya hasta el comisario europeo de competencia Almunia “no vamos a crecer al ritmo necesario para absorber el paro”.

De hecho, si se fija verán que desde el año 2010 el patrón anual que sigue la cifra de ocupados es prácticamente idéntico. Eso sí, hay 8000 personas más trabajando en las islas que el verano pasado. Esto es, vamos, tiene que ser, el efecto de la tan cacareada temporada de temporadas. Hemos logrado colocar a un 6,5% de nuestros desempleados... hasta que llegue el invierno. El 93,5% restante, más de 100000 personas, siguen esperando. Mientras tanto ha ocurrido otro hecho insólito: este verano ha disminuido la población activa. Una caída que no se corresponde con una caída de población total y sí con una subida, inusitada también, de la población inactiva. Uno no debe tomarse las rarezas estadísticas a la ligera. Si en el 2008 los datos reflejaban la crisis del ladrillo, esta vez nos muestran a todos aquellos que han desistido en la búsqueda de trabajo y contribuyen con ello a la caída del número de desempleados, los llamados desanimados. En total unas 9000 personas mayores de 35 años que han abandonado las listas del INEM entre julio y septiembre sin esperanza de encontrar oficio. El mismo número en que disminuye la población activa respecto a hace un año. Por tanto, que no le engañen: de los 17000 parados menos de este verano respecto al pasado, la mayoría no ha encontrado trabajo, la mayoría se ha ido a casa con los brazos caídos.

También se incluyen entre los inactivos todos aquellos que sabiamente han vuelto a las aulas. Cabe preguntarse si, para cuando hayan mejorado su formación, Govern y sociedad habremos apostado por algún otro motor económico como alternativa al turismo que pueda absorberlos. O si seguiremos, parafraseando a Carroll, intentando decapitar a aquellos sin cuerpo. Es decir, confiando en el desánimo de los ciudadanos para maquillar las estadísticas de la que esperamos que sea, otra vez, la mejor temporada turística de la historia.

El hotelero de Cheshire