viernes. 29.03.2024

Presidente y propietario no se entienden tampoco respecto al futuro de José Luis Oltra

Que Biel Cerdà y Lorenzo Serra Ferrer tienen rotas sus relaciones es ya un secreto a voces. Presidente y propietario se evitan cuanto pueden, en los palcos de Segunda y en los despachos de Son Moix, aunque se deban soportar mútuamente mientras mantengan su matrimonio de conveniencia.

El futuro de José Luis Oltra ha sido uno de los puntos que ha enfrentado a uno y otro desde casi el arranque de Campeonato, cuando Biel Cerdà decidió, probablemente con buen criterio, que si Oltra era destituido su relevo sólo podía ser uno: Lorenzo Serra Ferrer.

El máximo accionista, que ha lamentado públicamente que la afición se gire hacia el palco y no hacia el banquillo cuando los resultados vienen mal dados, quisiera que los cañones apuntaran en esa dirección, aunque por supuesto no entra en sus planes hacerse cargo del equipo en ningún escenario. Y eso a pesar de que la plantilla, descompensada e insuficiente, está (mal) diseñada por él mismo, técnico de reconocido prestigio en el fútbol español (Barcelona, Betis, Mallorca) y europeo (AEK Atenas).

Por eso, Serra lanza ya globos sonda hablando de los fichajes de invierno. Cuatro refuerzos con lo que tratar de maquillar los malos resultados un par de meses más. En resumen, ganar tiempo. Nada nuevo. Ya lo hizo la temporada pasada y en el mes de septiembre de este año.

Esas diferencias entre Cerdà y Serra Ferrer son las que permiten de momento seguir con vida a Oltra, un técnico que se ha encontrado una plantilla mucho más limitada de la que le prometieron, y que trabaja con la constante espada de Damocles sobre su cabeza en un club que se desangra mientras sus máximos responsables se entretienen en batallitas de poder y, claro, tratando de matar a los mensajeros.

El problema para ambos es a quién culpar, cuando ya tres entrenadores de reconocido prestigio han fracasado en el último año, cuando el equipo padece los mismos problemas en Primera que en Segunda, y cuando se acaban los argumentos con los que justificar una situación lamentable que, eso sí, todavía es susceptible de empeorar. Próxima estación, Riazor.

Serra y Cerdà buscan un culpable