viernes. 29.03.2024
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El Supremo ha decidido que, si no se cambian las leyes, no se mueven los restos de Franco. La Abadía de Cuelgamuros no sufre ninguna de las leyes democráticas que derogue su supremacía. Hasta un ramo de flores eterno se deposita cada día de estos últimos 41 años encima de la losa que guarda sus restos. Franco sigue siendo el Generalísimo que mantiene bien atado el control administrativo del Valle de los Caídos.

Desparecieron las leyes del régimen y los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional ante la llegada de la Constitución Española de 1978, pero una orden de la Presidencia del Gobierno de 1941 y un Decreto-Ley de 1957 siguen siendo los textos legales que marcan el día a día de esa Abadía Benedictina. Y esas normas incorporan “el sagrado deber de honrar a nuestros héroes y mártires”.

Pero por encima de los textos está el mantenimiento de una estructura administrativa que lleva 40 años sin rendir cuentas ante el Estado, aunque su propiedad corresponde a Patrimonio Nacional, y por tanto a Presidencia. Hasta el Tribunal de Cuentas las ha pedido. No cumplen ninguna premisa de la Ley de Fundaciones, aunque lo sea.

Pero es el Estado quien paga 115.000 euros anuales sin contar el coste de las obras y mantenimiento. La Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos disfruta de ello, como hizo constar en 1957 el almirante Carrero Blanco y todo el régimen franquista. En 1982, la Ley del Patrimonio Nacional estableció una comisión para cambiar la normativa del lugar, pero jamás vio la luz.

España es diferente hasta en esto, un monumento faraónico cubre los restos del dictador y el fundador del fascismo español, donde te cobran entrada y además lo mantenemos con nuestros impuestos. Pero no cambiamos las leyes para sacar sus restos. El largo brazo de Franco.

Franco sigue controlando el Valle de los Caídos