viernes. 29.03.2024

Patricia Fernández, una periodista de la provincia argentina de Misiones, volvía en su auto hacia su casa, y por esas casualidades del destino, un semáforo que se puso en rojo la obligó a que se enfrentara con una terrible realidad que se vive muy a menudo en la ciudad de Posadas. Una pequeña niña indígena tomaba agua de un charco para saciar su sed, según recoge la publicación BigBangnews.

“Fue el miércoles de la semana pasada, más o menos a las 12.20 cuando retornaba con mi marido y nos detuvimos en la intersección de las avenidas Mitre y López Torres”, explicó Fernández, y luego sostuvo que al ver a la nena agachada, ninguno de los podían comprender qué era lo que quería hacer.

"Yo bajé la ventanilla y le pregunté a una hermanita que estaba pidiendo monedas si tenían sed, pero me dijo que no. Todo duró un segundo y en ese momento atiné a sacar una foto con el celular. Le chisté, la nena me miró y siguió tomando el agua”, dijo Patricia en diálogo con Clarín.

Fernández es periodista del diario Misiones Online, donde fue publicada por primera vez la imagen, y aunque en esa oportunidad no desarrolló del todo su historia, sí aseguró que este tipo de situaciones son muy comunes en la ciudad.

"En ese momento me dije 'por Dios, parece un perrito'. Cuando llegué a mi casa compartí la imagen con algunos colegas, pero con la idea de buscar algún tipo de ayuda y esa misma tarde logramos que le lleven bidones con agua y helados para los chicos”, explicó.

Además, detalló que la familia de la niña es oriunda de una aldea cercana a San Ignacio, pero que normalmente van a Posadas para que "los chicos mendiguen en los semáforos".

"Muchas veces me acerqué con intenciones de hablar con las familiasmbya que se instalan en las plazas, pero siempre eluden las charlas, son reacios al contacto”, explicó. Añadió que sólo en Misiones viven miles de guaraníes que se encuentran distribuidos en distintas aldeas, pero que prefieren asentarse en las plazas para vender artesanías o hacer que los niños pidan dinero.

La niña del charco: "Por Dios, parece un perrito"