viernes. 19.04.2024

Ahora que ha llegado la paz institucional en el Real Mallorca y todo indica que continuará con la compra del club por parte de Mateu Alemany, es el momento de contar unas cuantas verdades.

Antes de que llegara el abogado mallorquín a la presidencia del Mallorca, estaba un conocido empresario llamado Vicenç Grande. Un hombre agobiado por sus deudas, que tuvo que buscar un comprador para vender las acciones que poseía del equipo rojillo.

Hagamos memoria, en esa búsqueda de comprador, apareció un hombre británico, pasado de kilos, llamado Paul Davidson, alias “el Fontanero”. Nos quisieron hacer creer, que este hombre que pasaba largas temporadas en Mallorca, que no tenía ni idea de fútbol, se había interesado en comprar la entidad bermellona porque sí, porque le apetecía, por darse un gusto al cuerpo.

Nos quisieron hacer creer, que Vicenç Grande y Paul Davidson se habían conocido por casualidad. Que no se conocían antes del supuesto interés por parte de inglés por la compra de las acciones del equipo mallorquinista.

Muchos nos preguntamos:

¿De dónde sale éste?

¿Por qué este interés repentino en comprar el Mallorca?

¿Es verdad que no se conocían de nada Davidson y Grande?

¿Qué intereses escondían Davidson y Grande en todo esto?

Hoy podemos confirmar que Davidson y Grande se conocían. Se conocían y muy bien. Grande no sólo conocía al inglés sino que también conocía a parte de su familia. De hecho, antes de que apareciera Davidson haciendo todo el circo de la compra, la hijastra del británico ya trabajaba en el departamento de marketing del Mallorca.

Y no sólo eso, sino que la hijastra de Paul Davidson, mantuvo un affaire amoroso con un miembro muy cercano de la familia de Vicenç Grande. Y lo que son las cosas, cuando se marchó el ex presidente del Mallorca, la hijastra de Davidson dejó de trabajar en el departamento de marketing del equipo rojillo.

La aparición de Davidson no fue casual, Grande sabía muy bien quién era “el Fontanero”.

La aparición de Paul Davidson no fue casualidad, Grande ya le conocía