jueves. 28.03.2024

 El Atlético de Madrid engrandeció su figura en Europa conquistando ante el Fulham inglés (2-1) la primera edición de la UEFA Europa League en una final de infarto que de nuevo resolvió Forlán, dando a su equipo segundo entorchado continental que alimenta las vitrinas del Vicente Calderón tras la Recopa cosechada en 1962 y que abre el camino hacia un nuevo doblete.

   Hizo honor el cuadro rojiblanco al insistente canto de su afición y volvió a sentirse campeón 14 años después. Lo hizo a su estilo, al de un equipo adicto a la adrenalina, que vive en una permanente montaña rusa que ahora pasa por su momento más alto. Y lo hizo gracias a Forlán, de nuevo voraz de cara al gol.

   Salvador en Turquía, crucial en Mestalla, héroe en Anfield y legendario en Hamburgo. A él le correspondió la fe y suyos fueron los tantos que coronan al Atlético en Europa. De tacón, rematando un chispazo de Agüero con la prórroga agonizante. Un apetito insaciable que encumbra a los rojiblancos 48 años después.

   Rugió el Hamburgo Arena, bombeando sangre rojiblanca. No hizo falta siquiera que los ingleses airearan tan pronto sus carencias en el juego. Medió un abismo entre ambos contendientes, el que separa a una escuadra hambrienta de otra sin catadura de campeona. Sólo los atléticos dieron la altura que exige ese traje.

   También a medida le quedaba el rival. Defensores lentos, poco móviles, para tratar de contener su endemoniado ataque. Y multitud de imprecisiones en el centro del campo, siendo como es el Atlético un equipo que se desenvuelve con comodidad en medio de la locura. Forlán con un palo y Reyes de falta dieron los primeros avisos.

   El Fulham se refugiaba en su campo, con Zamora de islote olvidado arriba. Presionaba a partir de la línea divisoria y a base de sumar hombres atrás conseguía enmarañar el ataque rojiblanco. Trabajador pero endeble. La ventaja atlética era cuestión de tiempo, y llegó a la media hora por mediación de Forlán, un hombre que ejemplifica como ningún otro la temporada de su equipo.

   Tras un inicio muy complicado, el uruguayo ha recuperado su olfato goleador cuando más cuenta. El 'Cacha' cazó un remate fallido de Agüero que desató la euforia entre la marea roja y blanca. Pasajera, tan propia del conjunto atlético.

   Minutos después se destapaba su lado oscuro. Una nefasta jugada en defensa ponía el balón a los pies de Davies y el galés, a diferencia de Zamora segundos antes, no dudaba para embocar a gol. Un jarro de agua fría para el equipo pero no para la afición, que día tras día recuerda con hechos que el Paseo de los Melancólicos no es nombre para el camino que conduce a su casa.

   Sin lugar a la desesperanza, empujó la afición y respondió el equipo, dando lugar a un asedio que se resolvió sin frutos. Imagen que se diluyó en una segunda parte en la que se mostró aletargado, contagiado por el Fulham. Un equipo el inglés que tras intentarlo con timidez dio por bueno el empate y condenó el choque a la prórroga.

   Tiempo de desenfreno, a su medida. Demostrado en las semifinales de Anfield y corroborado en la gran final. Otra vez Forlán, a partir de hoy leyenda del Atlético. Agüero cocinó en banda y el uruguayo remató de tacón para desatar la locura. Locura que, una vez más, fue rojiblanca.

El Atlético de Madrid engrandeció su figura en Europa conquistando ante el Fulham inglés (2-1) la primera edición de la UEFA Europa League en una final de infarto que de nuevo resolvió Forlán, dando a su equipo segundo entorchado continental que alimenta las vitrinas del Vicente Calderón tras la Recopa cosechada en 1962 y que abre el camino hacia un nuevo doblete.

   Hizo honor el cuadro rojiblanco al insistente canto de su afición y volvió a sentirse campeón 14 años después. Lo hizo a su estilo, al de un equipo adicto a la adrenalina, que vive en una permanente montaña rusa que ahora pasa por su momento más alto. Y lo hizo gracias a Forlán, de nuevo voraz de cara al gol.

   Salvador en Turquía, crucial en Mestalla, héroe en Anfield y legendario en Hamburgo. A él le correspondió la fe y suyos fueron los tantos que coronan al Atlético en Europa. De tacón, rematando un chispazo de Agüero con la prórroga agonizante. Un apetito insaciable que encumbra a los rojiblancos 48 años después.

   Rugió el Hamburgo Arena, bombeando sangre rojiblanca. No hizo falta siquiera que los ingleses airearan tan pronto sus carencias en el juego. Medió un abismo entre ambos contendientes, el que separa a una escuadra hambrienta de otra sin catadura de campeona. Sólo los atléticos dieron la altura que exige ese traje.

   También a medida le quedaba el rival. Defensores lentos, poco móviles, para tratar de contener su endemoniado ataque. Y multitud de imprecisiones en el centro del campo, siendo como es el Atlético un equipo que se desenvuelve con comodidad en medio de la locura. Forlán con un palo y Reyes de falta dieron los primeros avisos.

   El Fulham se refugiaba en su campo, con Zamora de islote olvidado arriba. Presionaba a partir de la línea divisoria y a base de sumar hombres atrás conseguía enmarañar el ataque rojiblanco. Trabajador pero endeble. La ventaja atlética era cuestión de tiempo, y llegó a la media hora por mediación de Forlán, un hombre que ejemplifica como ningún otro la temporada de su equipo.

   Tras un inicio muy complicado, el uruguayo ha recuperado su olfato goleador cuando más cuenta. El 'Cacha' cazó un remate fallido de Agüero que desató la euforia entre la marea roja y blanca. Pasajera, tan propia del conjunto atlético.

   Minutos después se destapaba su lado oscuro. Una nefasta jugada en defensa ponía el balón a los pies de Davies y el galés, a diferencia de Zamora segundos antes, no dudaba para embocar a gol. Un jarro de agua fría para el equipo pero no para la afición, que día tras día recuerda con hechos que el Paseo de los Melancólicos no es nombre para el camino que conduce a su casa.

   Sin lugar a la desesperanza, empujó la afición y respondió el equipo, dando lugar a un asedio que se resolvió sin frutos. Imagen que se diluyó en una segunda parte en la que se mostró aletargado, contagiado por el Fulham. Un equipo el inglés que tras intentarlo con timidez dio por bueno el empate y condenó el choque a la prórroga.

   Tiempo de desenfreno, a su medida. Demostrado en las semifinales de Anfield y corroborado en la gran final. Otra vez Forlán, a partir de hoy leyenda del Atlético. Agüero cocinó en banda y el uruguayo remató de tacón para desatar la locura. Locura que, una vez más, fue rojiblanca.

El Atlético de Madrid conquista la Europa League