jueves. 28.03.2024

La nueva jornada de manifestaciones de Egipto ha sido bautizada por los detractores del presidente Hosni Mubarak como el 'día de partida'. Se espera que los opositores convoquen una huelga enfrente del palacio presidencial para exigir la marcha inmediata del mandatario.

El propio Mubarak, que permanece desde hace 30 años en el poder, afirmó en una entrevista al canal ABC que estaba "harto de ser presidente" y que le gustaría dejar su cargo ahora, pero no puede por temor a que su renuncia sumerja al país en la anarquía.

Sin embargo, los funcionarios del Gobierno estadounidense están negociando con los representantes de las autoridades egipcias varias opciones para que Hosni Mubarak dimita inmediatamente y traspase el poder a un gobierno de transición que estaría encabezado por el actual vicepresidente, Omar Suleiman, y gobernaría hasta las elecciones de otoño. El diario The New York Times, citando fuentes de la Administración de Obama, informa que de acuerdo al plan el nuevo ejecutivo estaría integrado por diferentes grupos políticos, incluyendo a los prohibidos Hermanos Musulmanes. No obstante, este movimiento islamista ha negado los rumores acerca de su posible participación en la campaña electoral de otoño.

Muchos países y en particular las naciones latinoamericanas condenaron tajantemente las intimidaciones a los periodistas e insisten en la necesidad de conseguir la paz. México expresó su deseo de que terminen las acciones violentas y Brasil criticó las detenciones de reporteros. Sin embargo, estas declaraciones no han sido tan intransigentes como las de los mandatarios europeos o estadounidenses.

La actitud de la UE, al igual que la de EE. UU., hacia la crisis egipcia ha dado un viraje radical. Si antes habían apoyado al presidente del país africano, considerándolo una garantía de estabilidad para la región, ahora exhortan a realizar una transición democrática inmediata. La canciller alemana, Ángela Merkel, solicitó al líder egipcio que empezara el diálogo.

"En los últimos días millones de egipcios han alzado la voz, han ocupado las calles y nadie puede pensar ahora que las cosas puedan seguir sin cambiar. Una verdadera renovación es indispensable", afirmó.

Por su parte, Estados Unidos transfirió durante muchos años miles de millones de dólares para financiar al Ejército egipcio. Algunos creen que Mubarak no hubiera podido permanecer todo este tiempo en el poder sin esta ayuda.

"Los regímenes como el de Mubarak sobreviven volviéndose útiles para Occidente, al convencerlo de que no existe otra opción o cualquier otra sería inaceptable. Por lo tanto, intenta demostrar que si deja el poder, Egipto caerá en manos de los Hermanos Musulmanes que se transformarán en un nuevo Talibán o incluso en algo peor. Sabe que si no lo consigue, está perdido", considera el experto Nadim Shehadi, de Chatham House.

Los manifestantes que se reúnen delante de la embajada de Egipto en Londres acusan a la UE y a EE. UU. de hipocresía. "El punto de vista de Occidente es hipócrita. Se trata de un doble rasero. Apoyaron el régimen egipcio durante mucho tiempo, de hecho le suministraron armas. El entrenamiento y el mantenimiento de las Fuerzas de Seguridad en Egipto fue financiado por EE. UU. y Gran Bretaña. Y ahora, cuando ven que el régimen se colapsa, se ponen a hablar de democracia y derechos humanos", afirma un manifestante.

Los manifestantes exigen la marcha inmediata de Mubarak