jueves. 28.03.2024

Mendiola (Palma 1953), vuelve a encontrarse con Galería Altair, tres años más tarde de su primera exposición a este espacio. Bajo el título “MarCel Chess Club”, transporta al espectador, mediante sus esculturas, a su mundo simbólico, lleno de referencias literarias.

Con las palabras del artista: No es más que un juego de palabras, nada que ver ni con el mar ni con el cielo. Es una “cucavela duchampiana” a la mallorquina que reúne su nombre con su pasión, el ajedrez. Así nació esta obsesión escultural, leyendo la biografía que Calvin Tomkins dedicó a Marcel Duchamp y al mismo tiempo releyendo “Alicia en el país de las maravillas”.

Era una idea que se reforzó viendo la exposición que el MACBA dedicó a John Cage. Había al final del primer piso, un poco escondido, el tablero de ajedrez que utilizaron Duchamp y Cage en Toronto durante la performance titulada “Reunión” y además, se estrenó la película de Burton sobre el libro de Lewis Carroll, de la que no hay que hacer ningún comentario.

La única manera con la que fui capaz de unirlos, era representar una partida de ajedrez, con un grupo de figuras que quizás en principio parecen menos humanas de lo que son, pero por la calle encuentras muchas más como estas que como el David de Miguel Ángel. De esta manera, en vez de enfrentarse las piezas blancas contra las negras, lo mejor era poner un espejo frente a un solo un grupo. Un espejo que no es el de Alícia, que nunca nadie traspasa, y el juego se convierte en una lucha contra uno mismo. Qué duro es mirarte al espejo.

No hay posibilidad de victoria. Nunca. No contéis las piezas. Lo podría explicar como lo hizo Oteiza cuando le pidieron por qué había colocado catorce apóstoles en el friso de la basílica de Arantzazu. “No cabían más” contestó el artista vasco. No es el caso. Cuando miréis el tablero de frente, veréis como no faltan tantas.

“MarCel Chess Club” de Mendiola en la Galería Altair