viernes. 29.03.2024

Detectar un caso de ciberbullying no es, ni mucho menos, una tarea sencilla. Sin embargo, hay una serie de “señales” referidas a los hábitos y costumbres de la conducta del menor, respecto a su comportamiento anterior, que nos pueden hacer sospechar.

Según recoge la «Guía de actuación contra el ciberacoso» de Inteco, en el actual contexto social marcado por la brecha digital entre padres e hijos, se hace necesario distinguir dos tramos de edad que pueden condicionar las manifestaciones de situaciones de ciberbullying:

  1. Menores en fase de inmersión en nuevas tecnologías para los que el uso de las TIC es sinónimo de madurez y crecimiento: la agresión psicológica tenderá a ser ocultada por miedo a la prohibición, al castigo con la eliminación del medio que aboca al menor a la exclusión del grupo. Los cambios de conducta tenderán siempre hacia una ocultación de sentimientos hacia sus progenitores y a la ruptura de la comunicación en el ámbito de sus hábitos de navegación. Procurará que los padres no estén presentes cuando navegue, aumentando su soledad en el medio. Es la edad del aislamiento social y familiar.
  2. Menores /adolescentes. Es la edad de la valentía, del orgullo y la madurez en el uso de la TICs.Son ellos los que saben, no sus padres, y por tanto sus problemas los resuelven entre ellos y, en todo caso, con la ayuda de los amigos. Esta falsa sensación de invulnerabilidad hace que tiendan a falsear la realidad, transmitiendo a sus padres agresividad, orgullo y falta de respeto en las relaciones de familia. La ansiedad, la impaciencia y la agresividad se manifiestan con mucha mayor facilidad.

La guía explica también que, un menor víctima de este tipo de acoso, en casa suele reaccionar de forma brusca o con silencios significativos ante preguntas o requerimientos de sus padres por asuntos relacionados con sus contactos en las redes sociales y, además, cambia de humor tras una conexión a Internet. Más allá de la tendencia de los chicos a preservar el contenido de sus contactos a través de la Red, los padres deben diferenciar esto de un rechazo frontal y/o enfado palpable a mantener conversaciones, aceptar preguntas, realizar comentarios, etc. sobre sus relaciones y contactos a través de los soportes virtuales. Cuando se producen estas barreras comunicativas y de intercambio de información por parte de los chicos, en ocasiones es porque hay situaciones que desean ocultar y que piensan que ellos mismos pueden manejar.

En cuanto a contextos relacionales presenciales, como por ejemplo en clase o en el colegio, el menor acosado no reacciona ante bromas públicas y de hacerlo, es de forma exagerada o agresiva denotando la existencia de tramas no visibles para los adultos pero conocidas por el grupo de iguales (compañeros de clase).

Fundamentalmente a través de estos cambios en los hábitos de conducta, en el estado de ánimo y en la red social se pueden detectar estas situaciones que deben ser visibles para el profesorado y su familia si estos están especialmente atentos a ellos.

Señalamos algunas manifestaciones en niños y adolescentes:

  • Cambios en sus hábitos:

    • En el uso de dispositivos móviles o de Internet
    • De asistencia a clase
    • Por ausencia en actividades hasta ese momento preferidas
    • En altibajos en los tiempos de estudio y en el rendimiento del trabajo escolar
    • De variaciones en sus actividades de ocio habituales
    • De regularidad en la cantidad de comida y maneras de comer
    • Por permutas en los grupos de iguales, en ocasiones antagónicos
    • En relación con los adultos, en cuanto a la frecuencia y dependencia de ellos
    • En cuanto a su capacidad de concentración y de mantenimiento de su atención
    • Por modificación de sus costumbres de ocupación de su tiempo libre
    • En estados de humor
    • Por variabilidad de grupos de referencia.

  • Cambios en el estado de ánimo:

    • Fundamentalmente en el humor
    • Momentos de tristeza y/o apatía e indiferencia
    • En actitudes de relajación y tensión, incluso de reacción agresiva inusual
    • Excesivas reservas en la comunicación.

  • Cambios en su red social:

    • Intercambios extraños de red social y/o por repentina pobreza, ausencia de amistades y de relaciones sociales
    • Falta de defensa ante supuestas bromas públicas u observaciones públicas, inocuas aparentemente a ojos de los adultos
    • Miedo u oposición a salir de casa.

  • Cambios físicos o en sus pertenencias:

    • En su lenguaje corporal ante determinadas presencias: hombros encorvados, cabeza gacha, falta de contacto en ojos, rechazo de la presencia pública,…
    • En la ocupación de espacios escolares: cercanía a adultos, miedo a recreos, ocupación de rincones, paredes y espacios protegidos y controlables visualmente…
    • De ocultamiento especial cuando se comunica por Internet o móvil
    • Explosiones agresivas momentáneas
    • Manifestaciones de enfermedad o dolencias frecuentes
    • Pérdida y/o deterioro de pertenencias físicas, lesiones físicas frecuentes sin explicación razonable.

  • Cambios somáticos

    • Aumento o pérdida de peso rápido derivados de cambios en el comportamiento ante la comida: falta de apetito o comidas compulsivas.
    • Mareos frecuentes con síntomas no comunes
    • Dolor de cabeza o estómago que no ocasionan despertares nocturnos pero que impiden realizar actividades normales como el ir al colegio
    • Diarreas frecuentes sin ir acompañadas de vómitos o fiebres

Guía para detectar si un menor está siendo víctima de ciberbullying