jueves. 28.03.2024

El balear cree que debe haber un debate interno en el PP sobre la reforma legal del aborto, pero calla en el Comité Ejecutivo. Opina que la ley socialista de plazos debe modificarse pero no apoya que se excluyan las malformaciones de los supuestos de aborto.

Bauzá y Monago, abrazados. Quién lo iba a decir cuando hace unos meses se tiraban los trastos a la cabeza por el debate sobre la financiación autonómica. Pero al president balear le gusta deslizar la imagen de hombre conciliador, sobre todo en Madrid. Darle un espaldarazo (literal) al chico díscolo de la semana antes de la reunión (grabación de las cámaras de Antena 3 incluida) y mantenerse después callado cuando media docena de barones del partido ponen sobre la mesa ese asunto que levanta ampollas (la reaccionaria ley de Gallardón) es un ejemplo de ese juego de equilibrismos al que Bauzá acostumbra en la calle Génova.

Rajoy ha pedido silencio en la calle y el disciplinado president balear, acostumbrado a la firmeza militar desde su infancia, no rechista. “Lo fundamental en su opinión es hacer un esfuerzo para obtener el máximo de los consensos posible y hacerlo con debate interno”, argumentan en su equipo de confianza. Así que Bauzá evita declaraciones polémicas en la calle. Pero también soslaya el debate interno al callar en la reunión donde sí hablan presidentes como los de Galicia, Castilla y León, Aragón,… y en la que la vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos pide la libertad de voto para los diputados. Diputados…y, sobre todo, diputadas, pues es manifiestamente evidente el descontento entre las representantes populares por parte del fondo de la norma, pero más si cabe con la forma, con cómo se ha gestionado una reforma que cuestiona las libertades actuales de la mujer. Bauzá no opina sobre esa posibilidad de la libertad de voto, pero no le gusta. Al farmacéutico de Marratxí le agrada el ‘todos a una’, te guste más o menos lo que estás apoyando. “Él no es muy de aceptar ese tipo de cosas (libertad de voto). Aquí se la pidió Toni Pastor cuando se debatía en el Parlament la Ley de Función Pública y terminó expulsado del partido”, recuerda un ex diputado liberal.

En el Consolat de Mar sugieren que el president balear tiene un punto de vista pragmático del año y medio que le queda hasta elecciones. Sabe que la reforma del aborto introduce una polémica innecesaria que puede restar más que sumar. Pierdes votos de los sectores moderados, es decir, el famoso centro que da y quita las mayorías en este país. Y tampoco ganas tanto entre el ala dura de la derecha, porque esos suelen votar al PP (aunque en los últimos tiempos haya habido un trasvase de electores hacia UPyD). De hecho, no solo no ganas mucho entre estos minoritarios grupos autodenominados pro-vida, sino que pueden volverse en contra al abrir el melón del tema aborto con un texto considerado por muchos como radical y modificarlo a la baja en los próximos meses, posiblemente tras las elecciones europeas de mayo. Quizá todo este debate, de un tema que no era una preocupación de los españoles, solo sea eso: evitar que UPyD les rasque votos en sus bases en las urnas dentro de cuatro meses.

El ministro Alberto Ruíz-Gallardón se ha comprometido con Bauzá y sus homólogos a pedirles opinión en las próximas semanas. “Resulta curioso que primero escriba la ley y luego consulte”, lamenta un asesor médico del gobierno. El Govern prevé poner por escrito lo que ya dijo el conseller Martí Sansaloni hace unos días, unas declaraciones en las que calificaba el texto de “muy restrictivo” y abogaba por incluir al menos las malformaciones como causa aceptable de aborto y por las que fue reprobado por las asociaciones más radicales en la defensa de los neonatos por encima de los derechos de la madre que lo gesta.

En definitiva, no verán al gobierno balear abanderando la pelea interna del PP por cambiar una ley que deja en manos de médicos la decisión actual de una madre de tener o no a su hijo, que no propone más educación sexual para evitar embarazos no deseados y que ni siquiera plantea medidas sustanciales de apoyo a las mujeres para sostener económicamente a ese hijo. No verán a Bauzá en esa defensa de los Monago y Villalobos. Pero, como demuestran sus abrazos, tampoco le verán en su contra. El equilibrio es imposible, decían Los Piratas. Bauzá no piensa lo mismo.

Bauzá, equilibrista: abraza a Monago, pero acata la discreción que pide Rajoy