viernes. 19.04.2024

Empezó asegurando de forma tajante que no dimitiría. Y acabó aceptando que 'no descarta' presentar su dimisión. Biel Cerdà escenificó ayer a la perfección la esquizofrenia de su breve y convulso mandato, ofreciendo una rueda de prensa pasada la medianoche, sin ocupar la sala de prensa, y relatando en pocos minutos dos versiones distintas de lo que puede ser su futuro más inmediato.

Y es que con dimisión o sin ella, lo cierto es que Cerdà tiene las horas contadas. Su salida no la puede ya evitar. En cambio, sí debe optar por hacerlo de forma digna, dejando el cargo ahora que lo han vaciado de poder, o de forma indigna, aguantando hasta el último minuto una destitución que ya está escrita.

El todavía presidente no quiere hablar de traición por parte de Lorenzo Serra Ferrer, pero esta noche ha recordado hasta en tres ocasiones que la sindicación se firmó cuando al de Sa Pobla le quedaban sólo 'cuatro días para ser destituido'. Por eso, el directivo barcelonista no entiende la maniobra llevada a cabo ahora por Serra para, de la mano de Utz Claassen, dejarle virtualmente fuera del club, aún a costa de quedarse él mismo a los pies de los caballos y entregar las llaves del Real Mallorca al alemán, que ha sido su gran azote durante los dos últimos años.

Cerdà asegura que no se quedará al frente de la institución 'para perder el tiempo', y que no quiere ostentar un cargo meramente decorativo. Si realmente es así, el pollencí debe estar ya redactando la convocatoria del Consejo en el que presentará su dimisión como presidente.

Biel Cerdà asegura que se irá del Mallorca 'satisfecho' de la gestión realizada. Cree que su 'gran pecado' fue reflexionar en voz alta sobre la necesidad de llevar a cabo una gestión más transparente en el área deportiva. Y se marcha pidiendo perdón a los Supporters, de quienes asegura que nunca los quiso vetar, y a los que considera una pieza básica para conseguir el ascenso a Primera división. Algo que, recuerda el languideciente presidente, debe ser el objetivo único de todo el mallorquinismo.

Las últimas horas del presidente Biel Cerdà