viernes. 19.04.2024

El Pacto hace política con nuestra economía

Ultimamente hemos tenido que acostumbrarnos a lidiar con términos económicos que hasta ahora no habíamos oído ni por casualidad. Prima de riesgo, periodo de pago a proveedores, objetivo de déficit,.. se han incorporado a nuestro vocabulario como consecuencia de la difícil situación que nos empujó a implicarnos en el control de unas cuentas nacionales que se nos habían ido de las manos.

Ahora le toca el turno al ‘techo de gasto’, nuevo vocablo que sirve para fijar el límite máximo de compromisos que puede abordar una administración, es decir, aquella parte que puede gastar sin poner en peligro la estabilidad de las cuentas del país. Viene fijado por la regla de gasto y su objetivo es controlar el consumo, para que las imágenes del gobierno desbocado de ZP no se vuelvan a repetir.

El techo de gasto complementado con el gran esfuerzo de los ciudadanos en los últimos años y las demás políticas estatales de contención han permitido que la economía haya mejorado, por lo que el próximo año se prevé en Baleares un incremento de ingresos de 450 millones de euros, pasando de 3.500 millones en 2017 a algo más de 4.000 millones en 2018. Algo nunca visto en la historia de nuestra comunidad.

Este inusual incremento se podrá destinar a mejoras en unos 247 millones favoreciendo las políticas sociales, educativas, sanitarias o cualquier otra que el gobierno balear considere prioritaria. El resto debe reservarse a reducir el déficit por la aplicación de la regla de gasto de la que hablábamos anteriormente. Resulta obvio que las comunidades autónomas deban colaborar en el esfuerzo de recuperación porque son corresponsables de la crisis. España necesita superar la situación de déficit excesivo en la que está inmersa desde 2009, a la par que cumplir los objetivos marcados por Europa a todos los estados miembros de la Unión.

Hasta aquí todo bien, si no fuera porque estamos percibiendo que el Gobierno balear está haciendo un uso perverso del tema. Empezamos con el tópico del ‘Madrid nos mata’ y seguimos con las campañas de publicidad reivindicativas de un nuevo REB encaminadas a sustituir el trabajo que debería hacer el gobierno balear en sus despachos por una pretendida revolución en la calle. No, señores del Pacto, ustedes deben hacer su tarea, no publicitar a la ciudadanía que reclame lo que ya sabemos que nos corresponde.

Y ahora toca el turno al techo de gasto. El Pacto Armengol mantiene una actitud interesada en criticar este instrumento fijado para reducir el déficit y exige gastárselo todo, los 450 millones. Sin límite ni contención. Pura radicalidad.

Humildemente me pregunto, ¿por qué no aprovechan esta bonanza económica para reducir impuestos a los ciudadanos, en vez de incrementarlos? Si hay más ingresos, sería lo lógico. Pero no, pretenden no devolver ni un euro al bolsillo de los contribuyentes que son los que se apretaron el cinturón para mejorar las cifras.

¿Y por qué no aprovechan para reducir la deuda descomunal que acumula nuestra comunidad? Pero tampoco parece buena idea.

El gobierno balear prefiere el camino fácil de politizar las cifras, quejarse de Madrid y exigir que se elimine cualquier límite para aumentar gasto corriente y que no sobre nada. Barra libre, que siempre es mejor que tener que justificar con tickets lo que uno gasta.

Pues bien, debemos recordar a los socialistas baleares que tanto PSOE como el PP aceptaron esta medida de control a nivel nacional por la excepcionalidad económica que vivimos. Deberían por tanto dar un argumento racional de por qué su partido la apoyó en Madrid y ahora la critican.

Es más que evidente que el buen hacer de los políticos responsables choca con la inconsciencia infantil de los que utilizan cualquier arma política para intentar atacar al partido popular. Un ataque obsesivo que pone en evidencia su necesidad imperiosa de ganar complicidad en la calle para arañar aquellos votos perdidos por su pésima gestión.

Pero es un arma de doble filo. Deberían entender que las cosas no funcionan así.

El Pacto hace política con nuestra economía