viernes. 19.04.2024

Y cuando te lo dicen no una, sino dos, tres y hasta cuatro veces, la cosa empieza a preocupar y sobre todo a desesperar.

Cuatro ejemplos. Uno de ellos llegó hasta lo que en EEUU llamaríamos la Casa Blanca.

Un puesto en una de las muchas Fundaciones que se sostienen con el dinero público. El problema era que no se había adjuntado al CV una carta de presentación. Requisito que nadie del SOIB había solicitado. Alguien dijo que se había producido una llamada a los propios 'reclutadores' para incluir en la lista ya elaborada y cerrada un nuevo nombre. El puesto estaba adscrito a la ya desaparecida Conselleria de Participació, Transparència y Cultura.

Otra Fundación. Los trabajadores del SOIB hacen perfectamente su trabajo y de forma muy eficaz pero se les cuela por medio una de las llamadas Agencias Públicas de Desarrollo Local, llamémosle equis. Dos listas, dos interlocutores y una entrevista en tres idiomas. Con anterioridad a la 'insólita' selección, el puesto había sido ocupado por una licenciada en Psicología. Es como si se pide un médico y mandan un veterinario. Habilidades, capacidades y preparación diferentes ¿no?.

Los otros dos ejemplos sucedieron en diferentes legislaturas, pero con un denominador común. Entre los requisitos de la letra pequeña de ambos, se deslizaba uno que llamaba la atención. Además de las licenciaturas, másteres y postgrados varios, se exigía algún tipo de 'conocimiento' o 'estudio' ad hoc, en determinadas e insólitas materias.

El eslabón perdido. Ese conocimiento que sólo tiene uno, el elegido o elegida, y ninguno más.

Y en ambos casos también hubo alguien de los 'reclutadores' que avisaba: "Esto ya está dado". Eso sí, la burocracia de presentar todos los documentos habidos y por haber debía seguir su curso.

Un papeleo que llevaba a la inevitable, por forzosa, sorpresa final.

Cuando en la Oficina de Empleo dicen que el puesto 'ya está dado'