jueves. 28.03.2024
Cada uno pertenece a una persona o familia que hacen cola una vez al mes para recoger productos de alimentación (Foto: María Jesús Almendáriz)
Cada uno pertenece a una persona o familia que hacen cola una vez al mes para recoger productos de alimentación (Foto: María Jesús Almendáriz)

Una vez al mes cada uno de ellos o con su familia colocan su carro de la compra en la fila en la que nunca se imaginaron que debían guardar. Cada uno de ellos tiene detrás una historia personal o familiar. Están en el paro o lo que cobran no les llega para pagar casa, luz, agua y comida. La vergüenza o más bien la dignidad les ha hecho normalizar a la fuerza una situación que ya estamos acostumbrados a ver desde hace algunos años en determinados puntos de Palma, donde se reparten productos de alimentación coordinado por alguna que otra ONG o asociación relacionada con la parroquia del barrio.

La cita es una vez al mes después de haber acreditado con papeles de todo tipo ante la parroquia de turno que no tienen ingresos suficientes para las necesidades básicas que cualquier ser humano debería cubrir diariamente.

Las historias que hay tras cada caso

Desde luego no pedimos ni sus nombres ni sus apellidos, pero sí sus historias. La mayoría son parados de larga duración, con más de 45 años que se han quedado apeados del circuito laboral y que no hay forma humana de que vuelvan a contratarlos.

Por sus rasgos, algunos proceden de otros países, pero también hay catalanes y mallorquines, a los que la gran crisis de hace 10 años todavía no les ha permitido remontar la situación de necesidad en la que se encuentran.

Recogen lo que les dan, pero no siempre es suficiente

Cada 30 días recogen lo que les dan. Casi siempre no es suficiente, por lo que piden a quien corresponda que se abran nuevas vías de ayuda por parte de la Administración y de los bancos y cajas de ahorro y, a ser posible, que se haga fuera del estigma que supone estar esperando en una cola de caridad.

Una petición más que una 'reclamación' que quieren hacer llegar a la Iglesia, Govern balear, Ajuntament de Palma y Consell Insular, en colaboración con las ONGs y entidades bancarias.

Los carros de la vergüenza