jueves. 28.03.2024

En ocasiones, algunos empleados abusan de la confianza de los propietarios de los locales en los que trabajan. Una actitud poco aconsejable pues obvian que gracias a los sueldos que reciben a cambio de su profesionalidad pueden encarar los numerosos gastos que depara cualquier vida.

Un ejemplo de este compartamiento tan poco ético lo sufrió en sus propias carnes la hermana de un conocido empresario de la restauración en Palma cuando sorprendió a sus empleados de fiesta en el establecimiento.

Acompañados por sus parejas y amigos, la plantilla del local había organizado una fiesta a espaldas de la propiedad en la que no faltó el alcohol (invitaba la casa) y la música.

A pesar del bochonorso espectáculo y de la evidente falta de profesionalidad, la propiedad del establecimiento ha optado por dar una segunda oportunidad a sus empleados. Y es que ninguno de ellos ha sido despedido. Ahora, les toca devolver la confianza depositada...

La pillada de la hermana