martes. 19.03.2024
A Alejandro no le importa que vivan extrajeros mientras cuiden el barrio (Foto: María Jesús Almendáriz)
A Alejandro no le importa que vivan extrajeros mientras cuiden el barrio (Foto: María Jesús Almendáriz)

Después de que un estudio sobre gentrificación haya desvelado que la población extranjera en Santa Catalina haya aumentado más de un 80 por ciento en 12 años, mientras que los españoles han bajado un 11 por ciento, en Mallorca Confidencial no hemos acercado a esta popular y turística zona para hablar con los palmesanos sobre cómo les afecta y cómo ven la evolución del barrio. Las opiniones son contrapuestas, pero entre todas ellas hay un denominador común: que los precios de las viviendas son prohibitivos.

Y de todas las opiniones hay perspectivas que se sitúan en polos opuestos. Hay quienes piensan que la inversión extranjera ha devuelto la vida al barrio, fuera de las drogas y de la degradación de otros tiempos, mientras que otros opinan que han perdido la paz, la tranquilidad, que todo son restaurantes y bares y trasiego de turistas que entran y salen de pisos y casas sin parar.

Una pareja de extranjeros que viven en el barrio de Santa Catalina (Foto; María Jesús Almendáriz) Una pareja de extranjeros que viven en el barrio de Santa Catalina (Foto; María Jesús Almendáriz)

"Cuando solo había población local, el barrio daba asco y miedo"

Ésta es una de las reacciones a  la publicación del estudio sobre gentrificación. Y no le falta razón, si tenemos en cuenta de que tanto Santa Catalina, como toda la zona de Es Jonquet, Es Baluart, los alrededores del Consolat de la Mar y así hasta un largo etcétera, había una gran degradación en los años 80 y 90.

Su rehabilitación coincidió con el aumento de la presencia de la población extranjera con más poder adquisitivo que la media isleña, a los que, a pesar de la falta de seguridad ciudadana en aquellos años, no les importaba adquirir propiedades para convertirlas en sus residencias habituales.

Pero Catalina, una jubilada que es una institución en el barrio, está totalmente en contra

Catalina es una profesora ya jubilada del colegio Mata de Jonc, donde impartía clase de música y castellano, y afirma que donde ella vive solo hay tres mallorquines, el resto ni los conoce.

Sin contar con que "todo son restaurantes, bares, ya no hay librerías, y todo está por las nubes", se queja Catalina. "Yo ya no compro en el mercado, no puedo, con mi jubilación no me puedo permitir los precios que han subido tanto", asegura.

Y en cuanto a las viviendas, confirma que están por las nubes. "A mí, explica, me han ofrecido hasta 10 veces más de lo que me costó hace 20 años cuando la compré".

Pero a Catalina lo que más le preocupa es que hay pisos que la gente entra y sale continuamente. Se refiere al alquiler turístico y a todo lo que todo este negocio conlleva de negativo para los vecinos de toda la vida.

Mar cree que cada uno tiene que buscar su lugar, pero sí admite que el precio de la vivienda se ha disparado

A Mar, sin embargo, no le importa que la población extranjera haya aumentado. "Hay muchos turistas, pero se adaptan bastante bien al vecindario, en ese aspecto yo no soy nada racista, puntualiza, creo que cada uno tiene que buscar su sitio".

"Lo que sí que es verdad es que cada vez hay menos casas libres para los que vivimos aquí y eso hace que suba más el alquiler", admite.

A Alejandro no le importa que haya extranjeros, "mientras cuiden el barrio"

Alejandro es un joven catalinero de toda la vida que no le importa que haya aumentado el número de residentes extranjeros, que los turistas son bienvenidos, "mientras cuiden el barrio".

Pero como el resto de catalineros afirma que los precios de las viviendas han subido notablemente.

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